Cuando las palabras no bastan para describir una emoción o un suceso, a menudo es necesario recurrir a instrumentos complementarios que nos ayudan. Uno de los medios más usados hoy es la fotografía, un medio artístico potente desde el punto de vista emotivo y de la comunicación, que se ha desarrollado en las últimas décadas.

 

La psicoterapeuta Isabelle Filliozat afirma: “Etimológicamente, “moción” evoca movimiento; el prefijo “e-“indica la dirección de ese movimiento: hacia el exterior. La e-moción es un movimiento hacia fuera, un impulso que nace en el interior de uno y habla al entorno, una sensación que nos dice quiénes somos y nos conecta con el mundo. Puede ser suscitada por un recuerdo, un pensamiento o un acontecimiento exterior. Nos informa sobre el mundo que nos rodea, con mayor rapidez que el pensamiento hipotético-deductivo. Nos guía recordándonos lo que nos gusta y lo que detestamos. En este sentido, las emociones nos proporcionan el sentimiento de existir en el mundo. Y nos individualizan confiriéndonos conciencia de nuestra propia persona. La vida
emocional está estrechamente vinculada con la vida relacional”

Bien es sabido que a muchas personas les cuesta exteriorizar esas emociones, perjudicando así la vida de la misma y de ese modo, sus relaciones.

Mediante la fotografía terapéutica o la fotografía emocional intentamos exteriorizar esas emociones utilizando como catalizador la fotografía. 📷

​

La fotografía 📷. Nuestra particular forma de expresión emocional. No son solo recuerdos, son sentimientos guardados en impresiones.
Son una forma de trabajo personal, de autoconocimiento a través de la visualización de imágenes creadas. Una forma de trabajar un sinfín de áreas.

Y para nosotras, de las formas más bonitas de expresarnos y decir lo que sentimos.